El primero que se opuso a la moción de suspender el tratamiento fue Enrique Bacchetta, quien afirmó que había jurisprudencia en el Senado por casos anteriores en donde colegas suyos fueron expulsados de la cámara. “En ninguno de los tratamientos anteriores se ha pensado de esta manera, ni se ha obrado de esta manera”, expresó.
Los nervios fueron en aumento y cuando Bacchetta acusó al vicepresidente en ejercicio Amado Florentín de no hacerse respetar, este le respondió con un “cállese senador Bacchetta. Al que hable sin mi autorización se le va a cortar el micrófono”.
Más allá de los exabruptos y descontroles, lo cierto y concreto es que la mayoría coyuntural conformada por sectores de la oposición y el oficialismo colorado impidieron que se pudiera siquiera tratar la pérdida de investidura de Friedmann, el primer legislador que cumple con las 3 causales previstas en la Constitución para que alguien no pueda ser legislador.
Enrique Riera cuestionó duramente a la Comisión de Asuntos Constitucionales, que pidió 8 días de plazo para estudiar el caso y, sin embargo, una semana después no fue capaz de emitir un dictamen y resaltó la diferencia que hubo en los casos anteriores de senadores que perdieron su investidura.
