El relato de García evidencia un patrón de encubrimiento ante denuncias legítimas. A pesar de que el Director del hospital, el Dr. Guido Duarte, recibió los informes sobre la falta de cumplimiento de los requisitos laborales por parte de ciertos profesionales, su respuesta fue desalentadora. En lugar de tomar las medidas necesarias para investigar las acusaciones, Duarte optó por advertir a García, instándole a que no se metiera con el círculo médico. Este acto no sólo contradice los principios de administración justa, sino que también sugiere una protección y complicidad que obstaculiza la rendición de cuentas.
El punto crítico de esta situación radicó en la denuncia específica contra la Dra. Bombdiman, un hecho que, según García, detonó la ira del Dr. Saúl Recalde. Conjuntamente con el Guido Dr. Duarte y otros médicos que se sintieron amenazados por las revelaciones, se redactó una misiva solicitando el despido de García. Este episodio denota la existencia de una red de complicidad que prioriza la protección de intereses personales por encima del bienestar de la institución y sus pacientes, planteando serias dudas sobre la cultura organizacional en el IPS.
Este caso subraya la necesidad urgente de implementar medidas que fortalezcan la denuncia de irregularidades sin temor a represalias. La salud pública no puede permitir que el miedo a la represalia silencie a aquellos que buscan mejorar el entorno laboral y la atención al paciente. La transparencia y la ética deben prevalecer para asegurar que las instituciones de salud actúen en beneficio de la comunidad y no en defensa de intereses particulares.
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@danifiguesti