Nacionales: La hecatombe brasileña y la reactivación paraguaya
16/06/2020 / Nacionales / Visitas: 33388
Tengo una idea. Está en el título del presente comentario. Son dos noticias, una mala y otra buena. Para que haya un final feliz, vamos a comenzar con la primera y terminar con la segunda. Por Víctor Raúl Benítez González 5 días.

El Brasil del 2020-2025

El jueves 4 de junio pasado, Bolsonaro decidió dejar de contar los decesos pandémicos, justo cuando este indicador llegó a 1.476 muertes en un día, un deceso por minuto. Fueron 1.476 personas, cuyos planes de futuro quedaron truncados para siempre. Algo dolorosísimo. En esa misma semana, un niño llamado Miguel, que estaba bajo los cuidados de la patrona de su madre, mientras ella estaba haciendo pasear al perro de la casa, falleció en una desgracia, al caer desde el noveno piso, en el agujero del ascensor de un edificio residencial de lujo en Recife, nordeste del Brasil.

Este triste espectáculo acapara las noticias y los comentarios en las redes sociales del país vecino. Como si fuera poco, el Brasil se prepara para afrontar en el 2020, la peor recesión en su historia de los últimos 120 años. Precisamente luego de, pretender, aniquilar al Paraguay en 1870, el Brasil que se convierte en república, y que debió liberar a la mano de obra esclava, cayó feo a finales de 1899 e inicios de los 1900s, cuando debió pagar los costos y las consecuencias de la guerra de la triple alianza, ¨a guerra do Paraguai¨.

Ahora la historia se repite. Los hermanos brasileros están en una guerra, donde incluso mueren uno por minuto. Las municiones se están acabando para el Brasil. Las políticas monetarias y fiscales son como pólvora mojada. Los paraguayos debemos ser generosos y tener compasión con el hermano país, ya estamos en tiempos de paz. No debemos devolver lo que hicieron en Piribebuy. Eso nos da autoridad moral para negociar con altura el Anexo C y otras cuestiones de Itaipu hasta el 2023. Claro, eso es así, si el espíritu de caballerosidad en la contienda, de Paulino Alén Benítez, se apodera de los negociadores paraguayos y no se venden por unos pocos denarios. (Paraguayos, vean su propia historia por lo menos en Wikipedia, o pregúntenle a Eduardo Nakayama).

El pasado se repite luego de más de un siglo. En el 2020 el PIB del Brasil va a caer entre 8% y 10%, según profesores de la Fundación Getulio Vargas, en sus seminarios sobre el escenario pandémico. Según el FMI, cae 5,6%.  En 2008/2009, la deuda pública del Brasil había saltado 4 puntos básicos porcentuales sobre el PIB. Ahora se prevé un salto de 15 puntos porcentuales, llegando a un total del 100 % del producto. Es decir, la deuda acumulada equivale a un PIB del Brasil. Algo brutal. El déficit fiscal que hace que la deuda crezca tanto, se debe a una caída abrupta de las recaudaciones y a un crecimiento, también abrupto, de los egresos. Una merma de 200 a 300 mil millones de reales en las recaudaciones, por lo menos, no se compadece con un  gasto corriente siempre creciente, de un aparato de gobierno gigantesco, tanto en la Unión como en los estados, y a eso se suman los egresos de ¨auxilio emergencial¨ del Covid-19 (el Pytyvó de ellos). Eso significa 400 mil millones de reales a más, de lo que deben gastar en el 2020. Siendo así, los ingresos caen 200 y los egresos suben 400, aproximadamente, en miles de millones de reales.

El legado para el 2021 es igual. Nadie sale muy rápidamente de una relación deuda/PIB del 90 % al 100%, en pandemia, lo que genera recesión por la supresión de horas de producción y de consumo. La capacidad de generar ¨resultados primarios¨ va a demorar. Por lo menos, hasta el 2025.

Nadie sabe cómo anclar la economía. Mailson da Nóbrega, exministro, dice que se debe subir los impuestos al patrimonio, a la renta y a la riqueza. Muchos lo critican. El Brasil está distorsionado, con una carga tributaria de alrededor del 50 % del PIB. Tiene baja competitividad por el ¨costo Brasil¨. Aquí el Paraguay puede, y debe, ayudar, por medio de su sistema de BPO, maquila. Para peor, Brasil tiene una estructura regresiva. Nadie sabe si la suba % de impuestos va a compensar el incremento de los gastos pandémicos temporales y la caída de los impuestos por la menor actividad económica.

El costo del ajuste fiscal es más difícil. Con una relación deuda/PIB del 100 %, cada vez más, es más caro para el Brasil tomar créditos para financiar su déficit. Las políticas convencionales de tasa de interés ya no sirven. Otros países hacen combinaciones de políticas convencionales y no convencionales, una especie de emisión. La situación se está deteriorando más rápido de lo imaginado. Sólo coopera un poco la relación 5 reales por 1 dólar, lo que atrae inversiones externas, un poco, y estimula las exportaciones. Como broche de oro, la inestabilidad política le rodea al gigante del Mercosur. En momentos en que esta institución está muy debilitada.

El Paraguay del 2020-2021

Yo entiendo que mi misión es ayudar a que los paraguayos se entiendan a sí mismos. Para que puedan reconciliarse con su propia historia y se pueda salir de la mentalidad catastrófica, que se pasa un mes hablando del malgasto en las compras públicas, en un país donde lo público es apenas el 10% de la riqueza que se genera, olvidando al 90 % restante. Si los paraguayos pueden tener una versión positiva de su pasado, tendrán una visión optimista de su futuro. Y se podrán reconciliar consigo mismos, de modo a que puedan disfrutar de un futuro grandioso que les espera, por encima del 100 %, para una vida en abundancia.

Los paraguayos deben conocer una verdad, aprender dos lecciones y disfrutar de cinco secretos. La historia ha sido generosa con los paraguayos, y conforme siempre ha sido con ellos, hay un final feliz. Ya hemos hablado de estos temas, y seguiremos desarrollando en próximos artículos.

Conclusión

Es importante releer y reinterpretar los escenarios. En especial las metáforas que los crean. Por ejemplo, las del mundo binario, que destruyen al Paraguay: Colorado versus Liberal, bueno versus malo, amigo / enemigo, Cerro versus Olimpia, Público (corrupto) versus Privado (santo y químicamente puro …¿?). Y, posiblemente, la más importante, la de la economía de la competencia, (mal) entendida como ganar / perder. Existe una gran oportunidad para cambiar esta metáfora de suma cero, por una nueva metáfora de prosperidad compartida. La del nuevo escenario de ¨participación en la producción global¨ (GPS por sus siglas en inglés). Transformando a esta ¨isla rodeada de tierra¨ en una plataforma de ¨servicios¨ para ¨otros players¨ internacionales, sean inversores que salen de activos financieros, o industrias que estarán huyendo del Asia, buscando alojarse en algún territorio donde las ¨cuarentenas o medidas sanitarias dinámicas¨, de frenos y arranques intermitentes, tengan la máxima productividad posible, en la economía real.

El bono demográfico, la baja presión tributaria, la baja densidad poblacional, la baja carga viral, los más de 300 días de sol, la tierra fértil, la abundancia del agua, la menor inflación de los últimos 51 años, la baja caída del PIB en el 2020 y la pronta recuperación a finales del 2021, la baja relación deuda/PIB, etcétera, son factores que pueden ayudar.

La economía pandémica supone entender una nueva geopolítica, donde los empresarios paraguayos pueden y deben sustituir importaciones, para el mercado local. Al mismo tiempo, aprovechando la mayor migración en la historia humana de capitales alrededor del mundo, el Paraguay debe apostar a convertirse, en articulador con la IED, de una plataforma de competitividad internacional para mercados globales. Como un territorio único y singular, para el blindaje operacional, por medio del ¨business process outsourcing & offshore assembly¨, de marcas internacionales. Los costos serán menores y la rentabilidad será mayor. El ¨Made by…¨ de una marca norteamericana o brasilera, pero ¨Assembled in Paraguay¨, es la clave de la jugada. Y así, ya da gusto.


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