Néstor Echeverría, junto a su colega y también político, Ricardo Villalba, habían cobrado notoriedad desde el momento en que comenzaron a denunciar supuestos hechos de corrupción en la Administración Municipal y otras entidades públicas, como así también oficiando de asesores y defensores legales de personas que ocuparon inmuebles, que según las mismas, eran fiscales.
Ya en una ocasión, varios meses atrás, el ahora fallecido Néstor Echeverría, había sufrido un atentado criminal ocurrido en horas de la noche dentro de denominado “Asentamiento 30 de Enero”, del cual salió ileso y no supo decir cuál pudo haber sido el motivo ni señalar al o a los autores morales. De igual manera, su colega Ricardo Villalba, más recientemente había denunciado el incendio de su automóvil en manos de personas desconocidas.
En esta ocasión, como otras tantas veces, esta vez junto a otros dos políticos, José Fleitas y Alcides Meireles se hallaban realizando un “escrache” (Manifestación popular de protesta contra una persona, generalmente del ámbito de la política o de la Administración Pública), frente a los domicilios de los dos diputados Amambay, ANR y PLRA, por haber votado ambos a favor del Proyecto de Ley que amplió hasta 10 años de cárcel la pena para los invasores de inmuebles.
Posterior a esa actividad, pacifica por cierto, éstas 4 personas fueron hasta un local dedicado a la venta de bebidas en donde estaban compartiendo una ronda de cervezas, hasta que en un momento dado, de la nada apareció un sujeto encapuchado, arma de fuego en mano, quien sin mediar palabras efectuó una ráfaga de disparos calibre 9mm, y tras cambiar el cargador, realizar una segunda ráfaga, ambas dirigidas al abogado Néstor Echeverría, quien por lo visto era el principal blanco del criminal atentado, ya que dos de sus acompañantes resultaron ilesos y Ricardo Villalba acusó un impacto de proyectil, sin gravedad, en el brazo derecho.
Desde un comienzo no se tuvo, no se tiene, y seguro que no se tendrá la punta del ovillo para seguir el hilo y llegar a la madeja, es decir, es un caso más de los cientos ya ocurridos, que irá camino al opé reí.
