Lo más visto: PERFIL DE UN POLÍTICO CORRUPTO
07/02/2021 / Lo más visto / Visitas: 18908
El primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva es que el fin justifica los medios

Antes de más nada digo que el incentivo del lucro fácil, de ganancia malhabida, motiva a las personas sin valores. Lo entusiasma tanto que cuanto más dinero recauda se cree poderoso, se torna con más apetito, se vuelve petulante, insensible, soberbio, inmortal e inmoral. Se cree un Dios, más aun cuando conforman roscas mafiosas con quienes debían de castigarle: los del Poder Judicial. Estos últimos les dota del blindaje de la impunidad. A cambio de que? Obvia respuesta. También lucrar con dinero sucio, procediendo de contramano a las leyes, a los intereses ciudadanos.

El deshonesto dice que ama a su familia. NO ES CIERTO. Con su ejemplo de prácticas de antivalores está destruyendo al hijo, a la esposa, al hermano, a sus allegados. Está contaminándolos de conceptos y prácticas sucias, inmorales y los torna COMPLICES DE SUS FECHORIAS. Definitivamente no los ama. Los detesta. Dejará a sus familiares un legado de sinverguencia y deshonestidad, de insensibilidad y podredumbre.

Esta especie de gente generalmente es narcisista y antisocial que lo hace más susceptible de ser corrupto. Y este tipo de ser humano es un animal con tendencia natural a la corrupción. Los corruptos son seres “con tendencia a lo que llamaríamos ser un free-rider, o un gorrón, a aprovecharse del sudor de los demás”, y, llegado el extremo, “a aprovechar cualquier cargo en beneficio propio”.

A la gente decente, a un individuo mentalmente equilibrado le resulta difícil entender que alguien que lo posee todo, delinca para obtener más y más en base a unos impulsos perversos y opuestos a la ética a los que voluntariamente claudican.

Desde una perspectiva psicopatológica, los corruptos son individuos que sistemáticamente ignoran al ‘otro’ y  prescinden de los valores éticos, morales y cívicos que garantizan la equidad en la convivencia. Su modus operandi responde sólo a pulsiones encaminadas a satisfacer su ego y sólo frenan esos impulsos (respetando por tanto las normas) como estrategia evitativa de sanciones o represalias.

¿Se puede explicar por qué estos políticos y sus secuaces, dejan de cumplir con la ley y se corrompen? Básicamente, el camino que lleva a la corrupción es una combinación de un entorno propicio, una oportunidad y un tipo de personalidad que, superando el temor a un posible castigo, antepone el beneficio individual al interés de los demás y al cumplimiento de la ley.

El rasgo predominante de la personalidad narcisista del corrupto es el egocentrismo, es decir, utilizar a los otros para fortalecer su autoestima y satisfacer sus deseos.

Operan sobre la presunción de que el mero deseo de cualquier cosa justifica por sí mismo su posesión. Ni se dan cuenta, ni quieren, de que son tan pequeños, insignificantes, diminutos, moralmente hablando.

Los corruptos no distinguen lo bueno de lo malo. Cuanto más torcida su mente, mejor para ellos. Se anestesian con la inmoralidad. Les excita que la gente vea que es millonario. Que el pueblo sienta necesidades y les reclame ayuda. Esto paso hace pocos días con nuestro Presidente que demostró extrema insensibilidad y sarcasmo ante el reclamo de un desesperado ciudadano.

“Son personas a las que les gusta el poder, les activa la motivación de poder, de relaciones sociales o personales muy positivas pero falsas. Suelen ser personas extrovertidas, afables, pero todo eso pensando en su beneficio personal y conseguir lo que sea sin importar los medios”, explica el psicólogo Luis Fernández.

Todos los expertos dejan claro que estos rasgos no disculpan ni justifican los actos de corrupción, porque no tienen nada que ver con una enfermedad mental. Un corrupto es una persona dentro de los límites de la razón, que realiza un proceso premeditado, razonado y calculado de costes y beneficios. No tiene nada de patología

El corrupto ve una oportunidad que implica una acción contraria a la ley o a la ética, y calcula los posibles resultados económicos: un beneficio o un lucro en caso de que no se le descubra y un coste o castigo, en forma de multa, cárcel, etc., si lo atrapan. De manera general, si el beneficio obtenido es mayor que el potencial coste de ser descubierto, se puede llevar a cabo la acción corrupta. El acto corrupto comienza con la idea de cometerse una sola vez, pero si sale hay un incentivo para continua. Y claro, de ahí la razón de formar roscas con funcionarios de otros poderes de decisión para prolongar el robo y la estafa que ya les es normal.

Desde el punto de vista psicológico, se podría atribuir a esta conducta las características de una adicción, el corrupto goza de un placer inmenso al afanar, al joderle al pueblo quien es su víctima preferida. "Del mismo modo que mojarse los labios en cerveza generaría un impulso irrefrenable en un alcohólico, administrar el dinero público puede ser una tentación incontrolable para algunas personas en determinadas situaciones. Incluso crea una tolerancia, de modo que se empiece por actos ilegales pequeños y que para conseguir el mismo placer se vayan cometiendo actos más importantes.

En un país, como el nuestro,  donde todo el mundo es tramposo el incentivo para ser tramposo es mayor que donde todo el mundo es honrado. Si todos presumen de evadir impuestos, todos lo harán”, 

En nuestro país los políticos están en la cúspide de la pirámide social. Esto porque el pueblo lo asiente, lo consiente. Porque el pueblo es masoquista. Casi que idolatra al corrupto. Le hace hurras. Le gusta sufrir, pasar necesidades y padecer de hambre, inequidad e injusticia.

Ahora sufrimos una tremenda crisis económica y la gente se indigna. Pero cuando la economía se recupere de nuevo van tornarse tolerantes con los mismos. Parece que el pueblo no tiene cura o no quiere tomar el remedio. Remedio que lo transforme en ciudadano que luche por sus derechos y no postergue ni deje de lado sus necesidades de pan y justicia.

Reitero a mis compatriotas: NO VOTEN POR CORRUPTOS. LOS CONOCEMOS, SO PENA DE PROLONGAR NUESTRA MISERIA.

 Por Lic. Prof. Osvaldo Paniagua 

 

 

 

 

 

 


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